Un breve relato sobre la producción del documental “Lolo Rico: la mirada no
inventada”
Me lanzo a escribir estas líneas para explicaros la odisea que ha sido
producir el documental “Lolo Rico: la mirada no inventada”. Cuando en el mes de
octubre del 2012 nos pusimos a trabajar en la producción de este documental
nunca pensamos lo difícil que iba a ser conseguir acabar este proyecto.
Por esas fechas Lolo y yo nos pusimos a trabajar en el guión. En los
primeros pasos ya me di cuenta de la gran historia que teníamos delante. Estaba
muy ilusionado con el proyecto y Lolo también. Siempre le agradeceré que
confiase en nosotros para hacer este trabajo, sobre todo, sabiendo que otras
productoras de importantes televisiones le habían ofrecido hacerlo. En tres
días, juntos los dos, en su casa y en jornadas de hasta 10 horas de trabajo
diario, conseguimos hacer el guión sobre el que trabajaríamos audiovisualmente
la historia.
Una vez acabado el guión nos pusimos manos a la obra con la parte que menos
me gusta de cualquier producción cinematográfica, pero no por ello deja de ser
la más importante, el presupuesto. Teníamos claro que el equipo que trabajase
en el proyecto debía de cobrar, había que sumar el alquiler del equipo, traslados,
hospedajes y dietas para la filmación en Donostia. Todo ello bien ajustado, ya
que no contábamos con ninguna ayuda exterior y debía de salir de los escasos recursos
económicos que tenía la Asociación
de La Guerrilla Comunicacional.
Pero como siempre nos quedamos cortos.
Gracias a la colaboración de compañeros y compañeras de Zizurkil (Gipuzkoa)
pudimos ajustar los gastos durante los días de rodaje. Por entonces, un
contacto a través de Lolo de TVE nos prometió que las imágenes de recurso del
ente público que tuviéramos que utilizar para el documental serían gratuitas a
cambio de uno o dos pases por la programación de TVE. Por esa parte no nos teníamos
que preocupar, cosa que como más adelante os contaré no fue así.
Parte del equipo con los compas de Zizurkil
Durante cinco días trabajamos en el rodaje principal del documental. No fue
fácil, como todo rodaje. Incluso tuvimos algún momento de fuertes tensiones.
Las situaciones y los nervios que conlleva cualquier rodaje siempre producen
alguna eclosión de sentimientos desbordados, palabras como puñales no pensadas
y víctimas accidentales que en ese momento se preguntan lo mismo que el título
de una película de Almodóvar: “¿Qué he hecho yo para merecer esto?” Pero fue el
equipo, siempre el equipo, con el ánimo de sacar adelante el trabajo y la profesionalidad
de cada uno de ellos, quien ayudó para salvar los escollos que habían surgido.
Una vez hecho el rodaje en Donostia-San Sebastián ya nos habíamos gastado
casi seis mil euros. Habíamos dejado las arcas de la asociación vacías e
incluso habíamos puesto dinero de nuestro bolsillo. Faltaba por pagar gente del
equipo y otros gastos. Y seguíamos sin encontrar alguien que quisiera poner
dinero en el proyecto. Aquí es donde ya tuvimos nuestro primer intento de
dejarlo todo. El proyecto se nos había hecho una montaña grande y difícil de
afrontar, algunas tensiones citadas anteriormente habían hecho mella, pero en
honor y respeto al equipo que trabajó en el rodaje decidimos continuar.
Rodaje en casa de Lolo
Fue entonces cuando decidimos hacer un proyecto de mecenazgo. El presupuesto
se había quedado pequeño y las previsiones de lo que quedaba superaba lo que se
había presupuestado en un inicio. ¡Error de novatos!
Nos pusimos en contacto con la gente de Verkami, hicimos un presupuesto
para ello y para lo que faltaba de producción y postproducción. Y empezó una
carrera de promoción de cuarenta días que nos llevó a uno de los momentos más
brillantes de toda esta historia: ¡440 mecenas confiaron en el proyecto y
aportaron económicamente más de lo que pedíamos!. La gran familia de seguidores
de Lolo Rico y del programa de “La bola de cristal” dijeron aquí estamos y fue
cuando nos dimos cuenta de un gran hallazgo: “Cuando Santiago Alba escribió los
guiones de los electroduendes, maravillosos escritos cargados de la suficiente
ideología como para cambiar el mundo, usó una frase antisistema que hasta la
fecha de hoy sigue teniendo vigencia “sólo no puedes, pero con amigos, sí”. Y
es que cuando alguien quiere realizar un proyecto y no quiere seguir los
patrones establecidos por un sistema mercantilizado, solo te quedan los amigos,
la gente que cree en lo que estás haciendo y en las personas que como tú
consideran que las cosas se pueden hacer de otra manera.
A menudo he pensado, sobre todo en los momentos difíciles, en esa persona
que, aún con toda la que está cayendo, que tienes que contar euro a euro lo que
gastas para poder llegar a final de mes, decidió aportar diez euritos para que
nosotros pudiéramos llevar a cabo este trabajo. Eso es honorabilidad y hay que
tener lealtad por cada uno de esos diez euros aportados por esa persona. Y así
lo hicimos.
La inyección de moral, de alegría, de fuerza, de pensar que no estábamos
solos, nos dio alas para seguir, confianza para creernos que sí íbamos a poder,
de que aunque la travesía fuera larga, iba a ser posible. Y es que a veces no
somos lo suficientemente conscientes del gran significado de la frase “la unión hace la fuerza”.
Con ese empuje hicimos la segunda parte del rodaje. Hicimos las entrevistas
de los invitados al documental en Madrid. Salimos a la calle, con cámara y
micro en mano, a preguntar a la gente por La bola de cristal y conseguíamos
tener todo el rodaje hecho, ¡estábamos lanzados! ¡Ergios, pilas y filamentos!
¡no nos va a parar ni el parlamento!. Qué nos quedaba, la postproducción.
Rodaje por las calles de Madrid
Rodaje en Madrid. Entrevista a Javier Gurruchaga
Y entramos en esa fase en la que tienes que revisar todo el material y,
como si de un puzzle se tratase, había que colocar todas las piezas en su sitio
para que se viera un resultado final digno. Fuimos a TVE a revisar las imágenes
que queríamos utilizar. Las pedimos y nos las enviaron. Minutamos todas las
imágenes de la entrevista con Lolo y resto de invitados. Todo un trabajo
meticuloso y de organización, donde la dirección tiene igual o más importancia
que en el rodaje. Un trabajo muy complicado.
Y lo complicado, siempre trae complicaciones. Surgieron las tensiones,
algunas situaciones estrambóticas, algunas hasta surrealistas. Pero no por ello
dejábamos de seguir con la labor, con empeño y perseverancia. Si alguien pensó
que claudicaríamos, se equivocó.
Estábamos ya en octubre del 2014 y teníamos la construcción del documental
acabada. Faltaba revisar el color, el sonido y pedir a TVE que nos cedieran las
imágenes correspondientes, ya que las que nos habían enviado era con un código
de tiempo incrustado, que solo fueron utilizadas para hacer el montaje, algo
normal cuando trabajas con imágenes de alguna televisión o productora.
La persona de contacto de TVE nos pidió el montaje, para revisar cómo
quedaba el documental. Era normal, tenían que inspeccionar en la gran casa que
el documental se podía proyectar en TVE, desde el punto de vista profesional.
Nos comentó que estaba bien, correcto, que de inmediato hablaba con los de
programación para ver dónde se podía programar el documental y así hacer el
contrato de cesión y el envío final de las imágenes utilizadas en el
audiovisual.
Pasaron dos meses, entre llamadas y no respuestas. Y llamadas con
respuestas de espera. Y llamadas con promesas vacías. En definitiva, pasaron
dos meses y llegó la navidad. Seguíamos sin las imágenes y sin saber qué
pasaba. Después de insistir, nos comentaron que habían estado hablando con la
dirección de TVE 2 (La 2), canal donde se emiten la mayoría de documentales. Decían
que no encajaba nuestro documental. Nos prometieron entonces que iban a
proponerlo al programa “Imprescindibles”, un programa de documentales
biográficos que hacen (o hacían) en La 2, pero que no les insistiéramos ya que
hasta después de la campaña de navidad no iban a poder mirarse el tema. Llegó el
momento, bueno, mejor dicho, mediados de febrero 2015, y nada. No les interesó.
Fui a Madrid, me entrevisté con ellos, hasta dos veces. El departamento
comercial decía que era un tema del Departamento de Programación y por lo visto
allí no lo veían para publicarlo. Yo no entendía lo que pasaba, un documental
que hace un repaso de más de treinta años de televisión pública, a través de
una trabajadora de esa casa como había sido Lolo Rico, académica de la
televisión, escritora reconocida de libros para niños, considerada como una de
las mejores directoras de programas infantiles y juveniles, ¿qué estaba
pasando?
Yo repasaba el documental para entender esa censura que estábamos sufriendo
¡en pleno siglo XXI! ¿Acaso no podía Lolo decir en público que es comunista? ¿O
no podía exclamar que se considera anticapitalista o antisistema? Yo repasaba
las declaraciones de Lolo y no salía de mi asombro. Vale, a ver, en un momento
del documental comenta que la televisión de hoy no es que no sepan hacerla
bien, es que no quieren, pero ¿acaso no existe o no puede haber autocrítica?
¡Ah! ¿A lo mejor es porque en el documental se habla mal de Felipe González?,
¡Ahí va!, ¿Es que sigue siendo intocable? Podría ser que no les gusta que en el
documental se comenta que echaron a la calle a una gran mujer, trabajadora y
gran profesional, que no le pagaron ninguna indemnización y que la trataron con
la punta del pie, ¿podría ser eso? Nunca me lo han dicho.
Fotograma del documental
La última vez que estuve en TVE me dijeron (los de comerciales) que habían hecho
lo imposible, pero que programación, definitivamente, no quería pasar el
documental. Y claro, ellos como comerciales, debían presentarnos una factura
por las imágenes que íbamos a utilizar. Recuerdo que uno de los comentarios que
me dijeron fue el siguiente: “Es que el documental parece que está hecho para
vuestros cuatro amiguetes”. Después de escuchar ese comentario te pasan por la
cabeza miles de pensamientos, la mayoría no muy buenos. Me quede solo con uno
de ellos, de los buenos, claro, y es que quien tendría que valorar nuestro
trabajo no era esa persona, tendría que ser el público en su mayoría. Y entendemos
que habrá a quien no le guste, o que le guste poco o a quien le guste algo. Pero
no nos íbamos a quedar con el necio y torpe comentario de un ejecutivo con aire
acondicionado.
Volvíamos al bajón. Por tercera vez meditábamos en dejarlo todo. Y tuvimos
que tirar del coraje y la valentía que nos habían proporcionado 440 mecenas y
parte del equipo de rodaje, de que ya lo teníamos casi todo, y que no era el
momento de dejarlo. Como si de un viejo bebedor de bares de alterne se tratase,
pedimos la cuenta y tuvimos que rascarnos el bolsillo otra vez. Eso sí, con la
cabeza alta, como dice la vieja canción de Raimón “la cara al viento”. Somos
guerrilleras y guerrilleros de la palabra, la imagen, esas son nuestras armas,
tan poderosas hoy, tan manipuladas ayer, hoy y mañana por quienes están arriba
y no nos rendimos fácilmente.
Un día un amigo me dijo, “con cien
mil euros esto no nos hubiera pasado”, yo le dije que nos habría pasado
igual, que al final y por sorprendente que sea no es un tema de dinero, sino de
censura, de ideología. También, Lolo me comentó que un día le dijo a un amigo
suyo que le daba tristeza el haber nacido en una dictadura y saber que se iba a
morir en otra. El amigo, muy locuazmente le dijo, no Lolo, naciste en una
dictadura y te vas a morir en la misma.
A pesar de todo me alegro mucho de haber realizado este proyecto con muy
poco dinero. Hemos utilizado poca moneda pero muchísimos amigos. Al principio
éramos cuatro iniciando el proyecto y lo vamos a acabar siendo más de
cuatrocientos cincuenta. Hemos hecho un buen documental. Y hemos hecho cantidad
de amigas y amigos. En los últimos días, hemos recibido peticiones para
presentar el documental en más de quince ciudades a través de nuestros mecenas
y amistades. ¿¡No os parece genial!?
Mañana, presentaremos el documental, con Lolo y un montón de amigas y
amigos, y con el público en general que quiera venir. Mañana será un día de celebración,
un día de descanso, un día para volver a decir “sí, se puede”, frase tan
recurrida en este país en los últimos años. Mañana será el inicio de una nueva
travesía, la de distribución y promoción de este documental. Y esperamos que
esta travesía no sea tan larga y tan dura como la que hemos dejado atrás.
Seguro que no, porque solos no podremos, pero con nuestros amigos y amigas eso
está hecho. Gracias a todas y a todos.
Julio Suárez
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