martes, 25 de febrero de 2020

CUANDO SEAMOS MAYORES...


Cuando seamos mayores..., es el título de un álbum ilustrado infantil de Almudena Suárez, que no he leído y no es precisamente de ello de lo que quiero hablar. Pero su título me centra el tema y me hace pensar en la situación, mejor dicho desatención, en la que se encuentran una gran parte de nuestros mayores, padres y/o abuelos.

Nuestro día a día, de la mano de una supervivencia inmensurable y frecuentemente difícil para llegar a final de mes, no nos da más tiempo para poder estar con nuestros padres y/o abuelos tanto como quisiéramos. Pero me pregunto si realmente es nuestra la responsabilidad. Me atrevo a decir que no, tímidamente pero convencida, porque desde el momento en que nuestros padres nos dieron vida creo que fue para vivirla libremente y encaminarla como cada uno de nosotros hemos querido y podido vivirla, es decir, para ser vivas como nos diera la real gana. La atadura hacia los padres y/o abuelos nos la ha marcado la propia sociedad, una sociedad patriarcal, llena de innumerables connotaciones religiosas. Pero esta libertad que implica la vida, y me refiero a la necesidad de realizar, experimentar, descubrir todo aquello que la vida nos puede dar fuera del rol que se nos asigna, especialmente al género femenino, no pasa ni mucho menos por el abandono de los padres y/o abuelos.




La economía de un país debe pasar también por la oferta de un mayor bienestar a las personas que alcanzan una edad en la que no pueden valerse por sí mismas, y que necesitan de un entorno acorde a sus necesidades, a sus actividades y relaciones propias de su edad. Un bienestar que les dé la oportunidad de sentirse todavía como personas útiles y dignas y, sobre todo, de sentirse escuchadas como excelente medicina que puede curar el frágil estado emocional de nuestros ancianos. Pero la realidad diaria nos muestra que no somos una sociedad preparada para atender y establecer los mecanismos necesarios para dar la atención que merecen y que necesitan nuestros mayores.




Los mecanismos económicos, como los políticos o sociales, para mejorar esa atención pueden ser fáciles, solo es necesario ponerlos en práctica sin un minuto de espera. Me decepcionan en este tema los políticos, y perdonadme si meto la pata, pero no recuerdo en ninguna agenda política o programa electoral que se hayan tenido en cuenta propuestas en la gestión de nuestros mayores para dar solución a las desatenciones que tienen que, después de las elecciones, se hayan puesto en práctica de manera inmediata. Por mi condición de mujer, a pesar de luchar repetidamente contra los roles sociales que me han sido marcados, me preocupa dicha situación, y me fijo, prestando atención a todo lo que envuelve a las personas mayores con necesidad de dependencia, quizás es porque también me veo reflejada en un futuro dentro de este mismo escenario. 

Utilizar las comparaciones de nuestras realidades con otras de nuestro entorno, y salvando las distancias que haya que salvar, nos puede ayudar a encontrar buenas prácticas y encaminarnos hacia otros modelos sociales que nos mejoren en el bienestar del día a día. Y en este sentido, pude conocer un espacio dedicado a la atención del anciano a muchos kilómetros de donde vivo. Un espacio que he podido visitar en cuatro ocasiones, compartiendo compañía y charla con personas que forman parte de él. La primera vez fue en el año 2009,  repitiéndose en los años 2011, 2014 y 2019. Este lugar llamado el Convento de Belén, que para nada su nombre nos indica que esté gestionado por alguna orden religiosa, todo lo contrario, pues su gestión y manejo se desarrolla gracias a un trabajo social y comunitario, y con la aprobación y apoyo de su gobierno, para que las personas de la tercera edad puedan ser atendidas y no desatendidas, con una participación del mismo colectivo de ancianas/os que son los principales actores de este bonito escenario.




Las conferencias, tertulias de los acontecimientos sociales nacionales e internacionales, la formación en el manejo y control de los nuevos cambios sociales, la cultura, con actividades teatrales, de canto, de lectura, de juegos diversos, actividades físicas, así como el seguimiento y controles de salud. Todo ello forma parte del día a día, durante los 365 días del año en ese bonito lugar. También se atiende con un servicio de cocina, ofreciendo el desayuno, la comida y la merienda. Todo ello tiene lugar como centro de día y como residencia permanente para aquellos que lo necesitan.




Todo este conjunto de vivencias compartidas se recogen y tienen lugar en una construcción del  siglo XVII, donde la primera congregación que ocupó este espacio fue la betlemita, con una fuerte vocación de servicio y especial apego a los enfermos y desvalidos, buscando una alternativa para el cuidado de personas enfermas combinándolo con la atención educativa a menores con  escasos recursos. Por avatares de la vida, posteriormente fueron los jesuitas quienes ocuparan dicho espacio, hasta que por cambios del rumbo en la historia de un país que luchó por su independencia y logró alcanzar una revolución socialista, durante mucho tiempo quedó abandonado este espacio hasta que se reactivó su restauración enfocándola hacia un proyecto social y comunitario como el que es actualmente. 




Este proyecto es un ejemplo más que me confirma que aunque un país no tenga suficientes recursos económicos puede ser capaz de invertir en proyectos sociales con bajo coste, y sabiendo gestionar los recursos necesarios para espacios necesarios y urgentes. Estamos hablando de la República de Cuba. 

Y ahora regresemos de nuestro viaje. A pesar de que se ha constatado un crecimiento exponencial de la población mundial, según Naciones Unidas se espera que aumente en 2.000 millones de personas en los próximos 30 años -me parecen unas cifras alarmantes- pero, en cambio, en Europa se prevé una disminución de la población importante, disminución que se ha venido constatando en las últimas décadas por una escasa tasa de fecundidad. Por lo que si continuamos alzando las vallas con nuestro continente vecino, África, quien parece ser que es el continente que más rápido crece, nos vamos a tener que autogestionar los recursos en comunidades con poca población activa y una gran cantidad de población anciana desatendida y teniendo mucho que aprender en lo que se refiere al trabajo colectivo. 

Solo deciros que nos vaya bonito, porque si no nos ponemos de inmediato a zurcir el descosido de este roto, como tantos otros, sin lugar a dudas que nos irá de lo más lindo...


Lola López
La Guerrilla Comunicacional




lunes, 17 de febrero de 2020

VIVIR EN EL EXTRARRADIO DE LA INDUSTRIA CINEMATOGRÁFICA


El cine documental está considerado como el hermano pobre de la industria cinematográfica. Yo diría más bien que es el digno mendigo en la puerta del hotel Ritz. Recibe menos ayudas institucionales que el cine comercial, las salas de proyección no exhiben la propuesta documental y en las televisiones no llega ni al 10% de la programación. El argumento de todos ellos es acudir siempre a la misma idea: “Al público no le interesa el cine documental”.

Voy a ser honesto y debo aceptar que el cine documental no atrae la misma atención que las producciones de ficción, no tiene tampoco las mismas oportunidades, pero, de momento, hay que aceptar la realidad y debemos reconocer que no ganamos esa batalla. Creo que tampoco tenemos intención de ganarla. Pero si no tenemos un aumento de las ayudas gubernamentales y no nos ganamos un poco de respeto con las salas de cine y la televisión, poco vamos a poder hacer.

Hay detalles que el público en general no detecta, o no conoce, y que me gustaría explicar brevemente aquí. En estos momentos, del 100% del fondo económico del Ministerio de Cultura, para ayudar a las producciones cinematográficas del estado español, los documentales no reciben más del 15%. A esto hay que sumarle que dicho fondo es de los más bajos en Europa. Otro detalle viene desde la misma academia del cine español a través de los premios Goya. En dicho certamen, el premio a la mejor película documental se entrega en la fase de los premios (con permiso) menores: sonido, vestuario, etc. ¿Cuando se dignará la academia a reconocer la importancia del documental y entregar el citado premio junto (antes o después) a la mejor película o mejor dirección?

Todo ello va sumando peso a esa mochila que llevamos a cuestas las que nos dedicamos al documentalismo. Y cada día nos pesa más. Aunque no todo es tan negativo.




El año pasado vivimos (y disfrutado) del éxito de varios documentales. Uno de ellos y sin querer desmerecer a los demás, es el del film “El Silencio de otros” de Almudena Carracedo y Robert Bahar. Extraordinario trabajo documental que ha recibido numerosos premios y reconocimientos, entre ellos el del Goya a la Mejor Película documental 2019. En los cines ha sido todo un éxito de taquilla y en la 2 de TVE reunió a más de cien mil espectadores. ¿Quién decía que el cine documental no le interesa al público?

Aún así, nuestro deber es luchar por dignificar nuestra profesión, reivindicar un mejor lugar en los reconocimientos y exigir un aumento de las ayudas o interés del mercado cinematográfico. Si no lo hacemos nosotras nadie lo hará. Aunque quiero indicar que siempre se habla de nuestras producciones como cine independiente, cosa que no es así. El cine independiente casi no existe, todo el cine es dependiente, dependemos de ayudas, ya que si no fuera así es casi imposible sacar adelante los proyectos.




Pero en lo que si aventajamos al cine de ficción, el cimiento más hondo y robusto que mantendrá nuestra dignidad, es que nosotras filmamos la realidad, construimos esa biblioteca universal de la memoria que pasado meses, años y siglos será siempre el recuerdo de nuestra sociedad. Como dice acertadamente Patricio Guzmán: “…el documental es también un espacio de reflexión de una sociedad. Constituye un análisis poético, ecológico, histórico, de un pueblo. Un país sin cine documental es como una familia sin álbum de fotos. Sin embargo, a pesar de los temas apasionantes que tratamos, nunca hemos disfrutado del éxito que proporciona el cine de ficción. Es bastante difícil para nosotros instalarnos adentro de la opinión pública. Somos un genero a contra corriente.”

Vivimos en el extrarradio de la industria cinematográfica porque lo que mostramos altera la zona de confort del poder. Somos subversivas y rebeldes de vocación. Por que rescatar, defender y difundir la memoria, hoy en día, es un acto de valentía y dignidad. Somos las obreras que mantenemos ese patrimonio de la memoria que ayudará a construir un futuro mejor.




En 1895 se rodó el cortometraje “La Sortie de l'usine Lumière à Lyon”, producido y dirigido por Louis Lumière. Su argumento: los obreros que trabajan en la fábrica de aparatos fotográficos Lumière en Lyon salen por la puerta que da a la calle Saint-Victor, después de una jornada de trabajo. Son, como mínimo, más de cien y en su mayoría mujeres. Mientras lo hacen, cada una va a la suya; conversando entre ellas; montando en bicicleta; yendo a pie o en un carro tirado por caballos,  completamente distraídas; jugando con un perro; haciendo alguna que otra broma, pendientes del objetivo; etc. Hasta que, finalmente, después de salir las últimas, el portero cierra las puertas.

Es considerada la primera producción en la historia del cine, el nacimiento del séptimo arte. Y mira por donde, es un documental.

Juli Suàrez
La Guerrilla Comunicacional

martes, 11 de febrero de 2020

CONTRA LA NORMALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA OBSTÉTRICA


Hace unos años tuve que llevar mi coche al taller porque se me calaba yendo a 120km/h por autopista. A pesar de la gravedad de la situación, cuando le conté al mecánico mi teoría me respondió con un “no, MUJER…” en tono burlón. Antes de ir ya tenía muy claro que probablemente mi teoría no era correcta, porque resulta que yo no estudié mecánica, resulta que yo sé de lo mío y no de lo de los demás, y resulta que, aún así, merezco un respeto por ser clienta y, sobretodo, ser un ser humano, a pesar de ser MUJER.
  
Seguro que mucho de vosotros, especialmente vosotras, os sentís identificadas con esta situación y habéis vivido alguna parecida. Imaginad que en lugar de que esto os suceda en el mecánico os encontráis semidesnudas y abiertas de piernas, en una sala fría e impersonal, rodeadas de personal sanitario que no se ha presentado al llegar y que no sabéis si son médicos, enfermeras, auxiliares o estudiantes de medicina que vienen a mirar y aprender de vuestro dolor. Y ahora imaginad que la razón por la que estáis abiertas de piernas es que estáis en el momento más importante y más trascendental de vuestras vidas: dando a luz a vuestro hijo. Imaginad que os tocan, os aprietan, os cortan y os pinchan sin daros ninguna explicación, que os regañan porque no empujáis bien o porque os quejáis demasiado. Imaginad que se llevan a vuestro hijo casi sin que lo podáis ver, no sabéis a donde, ni por cuanto tiempo, ni por qué.

Icíar Bollaín, como tantísimas otras mujeres, vivió una escena parecida y decidió denunciarla en el corto Por tu bien. En él, Luis Tosar interpreta a una partera humillada y ninguneada por el personal sanitario del hospital. Seguro que los señoros empatizan más con el tipo duro del cine español que con una actriz fina y delicada.




Ya en el siglo XIX, el doctor inglés James Blundell se refirió a este tipo de violencia machista con el término “violencia obstétrica”. Aun así, no fue hasta 2007 que ésta fue reconocida y penada por ley. La ley orgánica sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, aprobada por la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, publica en su artículo 15.13 que se entiende por violencia obstétrica la apropiación del cuerpo y procesos reproductivos de las mujeres por personal de salud, que se expresa en un trato deshumanizador, en un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, trayendo consigo pérdida de autonomía y capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y sexualidad, impactando negativamente en la calidad de vida de las mujeres.

A Venezuela la siguieron países como Argentina y México, pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) no se posicionó al respecto hasta 2014*(1). España, por supuesto, sigue sin reconocer por ley la violencia obstétrica, lo cual no imposibilita denunciarla pero sí que dificulta sobremanera un resultado favorable para la víctima en el caso de tener la valentía de hacerlo. El pasado verano, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) publicó un informe*(2) en el que se reconocía la violencia obstétrica y recomendaba a los estados la legislación de la misma, considerando el consentimiento informado como derecho humano y como salvaguarda de este tipo de violencia.




Pero más concretamente: ¿qué es exactamente la violencia obstétrica? Pues es nada más y nada menos que algo que se lleva ejerciendo desde hace muchos años, algo tan extremadamente naturalizado que a menudo se llega hasta el punto que la mayoría de sus víctimas, algunas incluso mostrando síntomas propios del síndrome de estrés postraumático,*(3) ni siquiera reconocen. 

El informe de las Naciones Unidas se refiere a procedimientos como realizar cesáreas o episiotomías sin consentimiento o innecesarias, abusar de la oxitocina sintética para acelerar el parto, incluso después de la publicación de estudios que la relacionan con una mayor afectación de la depresión postparto,*(4) usar la maniobra de Kristeller a pesar de las contraindicaciones de la OMS y la prohibición de la misma en el Reino Unido (puede causar traumatismos, hematomas, fractura de costillas, rotura del útero y hemorragias graves en la madre, así como lesiones e incluso parálisis en el bebé),*(5)  privar de autonomía y libertad de movimiento a la madre durante las contracciones para tenerla monitorizada sin necesidad (lo cual suele retrasar el parto y suele llevar a un mayor intervencionismo), inhabilitarla para tomar decisiones importantes sobre su cuerpo, su salud y la de su bebé, humillar, infantilizar y hacer comentarios sexistas durante el parto.

El informe no nombra algunos procedimientos a los que estudios y profesionales hacen también referencia, como los tactos vaginales innecesarios y llevados a cabo por diferentes personas a lo largo del parto que, en muchas ocasiones, ni siquiera se presentan (son innecesarios, son humillantes y dolorosos y aumentan exponencialmente el riesgo de infección), el uso de fórceps para uso didáctico, el uso de anestesia y otros fármacos sin aviso previo y sin consentimiento, y muchas otras situaciones que convierten el embarazo, el parto y el postparto en una experiencia desagradable y traumática.

Este mismo informe de la ONU apuntaba como causas de esta situación a las malas condiciones de trabajo de los profesionales sanitarios, la falta de presupuesto y de recursos, las relaciones de poder en el sistema sanitario y, por supuesto, los estereotipos de género. La mayoría de asociaciones dedicadas a la lucha contra la violencia obstétrica, como El Parto es Nuestro, Dona Llum, la Plataforma Stop Kristeller o matronas como Laia Casadevall o Esther Esteban, acusan de la excesiva medicalización del parto a la identificación del embarazo como una patología que requiere intervención médica y la consiguiente confianza ciega que se ha depositado en las altas jerarquías médicas por encima de las matronas, tradicionales expertas en el seguimiento del embarazo, el parto y el postparto. La ciencia ha avanzado y se ha demostrado que aquellos partos menos intervenidos son los que menos complicaciones presentan, pero la mayoría de profesionales se siguen tomando la reclamación de un cambio de paradigma como una ofensa y una falta de respeto hacia su profesión. Es el “siempre lo hemos hecho así”. 

Cabe recordar que la OMS publicó sus recomendaciones para la atención a un parto normal en los años noventa,*(6) y seguimos así. Los ginecólogos se resisten a perder su estatus, a admitir que en la mayoría de partos ni siquiera son necesarios, y la sociedad se lo permite porque quienes sufrimos la violencia obstétrica somos las mujeres, sufridas y abnegadas por tradición. Cambiemos las tornas de una vez, hagamos caso a la evidencia científica, obliguemos a los estados a seguir las recomendaciones de la OMS y de la ONU, organismos nada sospechosos de ser excesivamente hippies, anticapitalistas o feministas. Los estados deben legislar siguiendo el ejemplo de Venezuela, para frenar la violencia obstétrica, así como sensibilizar al personal sanitario, empoderar a las matronas para relegar a los ginecólogos en el segundo plano que requiere el parto y, sobretodo, informar a las madres de sus derechos más básicos. 

El parto es nuestro, ¡que nos los devuelvan!

Clara Castrillo
La Guerrilla Comunicacional












miércoles, 5 de febrero de 2020

PATEANDO AL FASCISMO by Eric Cantona



El 25 de enero de 1995, el fútbol inglés vivió un incidente que quedó marcado en la historia de la Premier League. Sucedió en el estadio londinense de Selhurst Park, la casa del Crystal Palace, que caía 1 a 0 frente al Manchester United, el equipo del delantero francés Eric Cantona. A los 3 minutos del segundo tiempo, Cantona fue expulsado por una acción violenta sobre el defensor Richard Shaw. Cuando abandonaba el campo, los aficionados locales comenzaron a increpar a Cantona como suele ser habitual, pero hubo uno que captó la atención del futbolista francés: un hooligan llamado Matthew Simmons. Simmons había bajado once filas de las gradas hasta ubicarse al borde del campo. Desde allí se dirigió directamente a Cantona con insultos que varían según la fuente pero que en su mayoría eran insultos xenófobos motivados por ser extranjero como "Vete a tu país bastardo de mierda, vuélvete a Francia”. Los improperios del hooligan desataron la furia del explosivo delantero francés. Y fue así como Cantona fue corriendo hacia las gradas, saltó por los aires y le propinó una patada de arte marcial en el pecho a Simmons. Siguió golpeandole hasta que lograron contenerlo. Simmons era militante del National Front, grupo claramente fascista, y tenía un largo historial de violencia. En una entrevista para el programa de televisión Football Focus, cuando se le preguntó sobre el mejor momento de su carrera, Cantona declaró: "Fue cuando le di la patada de kung fu a un hooligan, porque ese tipo de gente no tiene nada que hacer en un partido. Creo que es un sueño para algunos dar una patada a ese tipo de gente. Así que lo hice para ellos, para que estuvieran felices. Y ellos hablan hasta hoy al respecto. He visto muchos jugadores marcando goles y todos ellos saben la sensación. Pero esta, de saltar y patear a un fascista, no es algo que se saboree todos los días. Patear a un fascista fue lo mejor que hice en toda mi carrera”.  La reacción de Cantona, que conmocionó el mundo del fútbol, marcó su vida y le trajo serias sanciones: fue suspendido por nueve meses y condenado a 120 horas de trabajo comunitario y a pagar 30 mil dólares de multa.




La historia de Eric Cantona siempre ha estado marcada por sus raíces, ya que era nieto de republicanos catalanes exiliados. Tal como explicó el genealogista francés Jean-Louis Beaucarnot en el año 2010, los abuelos de Cantona, Pere Raurich y Francesca Farnós, eran catalanes, concretamente de Martorell. Raurich combatió al ejército de Franco y más tarde fue internado durante dos años en el campo de concentración de Argelers junto con su mujer. Posteriormente la pareja consiguió escapar de la localidad rosellonesa y se instalaron en Saint-Étienne, dónde nació la madre del futbolista, Leonor Raurich. No hay duda de que lo vivido por sus abuelos, Pere y Francesca, y por el resto de la familia, ha marcado, en parte, su carácter, haciéndole tener una sensibilidad especial hacia la situación de los refugiados. Por eso, no es extraño que en 2015 pusiera su casa de Marsella durante dos años a disposición de los sirios que llegaron a Francia, además de proporcionarles comida. “El problema es que durante un año estas personas no tienen derecho a trabajar. Así que si alojas a alguien que no puede trabajar, hay que alimentarle”, explicó entonces. Aún incidió más sobre este tema en una entrevista en Le Parisien. “¿Vamos a hacer guerras por razones económicas y luego, cuando la gente huye de su país porque es un desastre, no somos capaces de recibirles?”. Conocido es también su apoyo a la Fundación Abbé Pierre para la construcción de viviendas sociales y la limitación del precio de los alquileres, pues a su juicio es “inaceptable que haya gente hoy que tiene que hacer enormes sacrificios con la educación de sus hijos, a veces incluso con su salud, para tener un alojamiento”.




Cantona tiene una visión pesimista sobre el estado actual del fútbol a causa de la deriva mercantilista que ha tomado, alejándose de su carácter popular e ignorando a los más desfavorecidos. “Estamos viviendo tiempos de pobreza generalizada, guerra e inmigración. Hay muchas más personas en el mundo que no pueden darse el lujo de comprar una pelota de fútbol que las que pueden pagar 200 euros para asistir a un partido o 400 euros al año para verlo en la televisión. El fútbol es uno de los mejores maestros de la vida. Es una de las grandes inspiraciones de la vida. Pero el modelo comercial actual del fútbol ignora a gran parte del mundo. Los barrios pobres necesitan el fútbol tanto como el fútbol necesita los barrios pobres. Necesitamos apoyar un fútbol más sostenible, positivo e inclusivo y haré todo lo que pueda para ayudar. El fútbol debería ser para la gente. Esto no tiene que ser una idea utópica. Todos nosotros, tanto si somos ricos como pobres, si somos inmigrantes o ciudadanos de décima generación, encontramos la misma alegría simple en el juego del fútbol”.

Su mensaje ha conseguido superar el ámbito estrictamente futbolístico, como demuestra, por ejemplo, el hecho que el estadio de fútbol de Argelers de la Marenda ha cambiado de nombre para pasar a llamarse Estadio Eric Cantona en honor al exjugador con pasado en el Auxerre, el Olympique de Marsella, el Leeds y el Manchester United, entre otros.




Ahora que se celebra el 25 aniversario de la ya famosa “patada voladora” de Eric Cantona, podemos comprobar como el fútbol, el denominado “opio del pueblo”, ese deporte alienador y regido por el capital, algunas veces nos deja historias que merecen ser recordadas porque, en definitiva, para combatir el fascismo, cualquier escenario es válido.

Carles Estríngana
La Guerrilla Comunicacional




lunes, 3 de febrero de 2020

TENGO ALGO QUE CONTARTE (35)

Correspondencia entre dos mujeres


Solo el amor engendra la maravilla


Mi querida Vicentita:

A pocas horas de culminar el presente 2019 me resisto a despedirlo en silencio y aunque tendría mucho, pero mucho por contarte me quisiera concentrar en ese sentimiento sublime, inigualable y enriquecedor que es el amor, materia prima de tantas luchas, encuentros y desencuentros y de la mas genuina de la solidaridad.

Si, amiga mía, ha sido un año cargado de sinsabores personales, problemas de salud, preocupaciones e inquietudes por lo que a mi parcela personal se refiere y a la responsabilidad que como cubana y ciudadana del mundo me corresponde.

En la actualidad ya no somos de aquí ni de allá. El mundo se ha convertido en una aldea, por cierto, con una sensación creciente de tratarse de una aldea en quiebra, y quieras o no vives pendiente de los temas de tu terruño y en cada amanecer enciendes las antenas para saber cómo  anda lo tuyo y el mundo en que vivimos.

Ante la premura de las implacables manecillas del reloj no quiero referirme a las crueldades e injusticias, recrudecidas hasta lo inimaginable, que la política de bloqueo de los Estados Unidos ha impuesto a mi país en este 2019. Son semejantes a las sufridas por la joven Revolución Cubana en 1961. Tampoco quiero hablarte de las tremendas complicaciones que ella ha impuesto a la vida, ya difícil, de los cubanos en esta bella isla del Caribe tropical. Ni tampoco contarte como ello ha complicado la recuperación de mis propios males de salud y de los sufridos por diferentes segmentos de ciudadanos cubanos que gozamos de los beneficios de los servicios de salud pública gratuitos y los suministros de medicamentos subvencionados por el presupuesto del estado, afectados también por el brutal bloqueo.

Solo comentarte que ningún sufrimiento por falta de suministros de insumos necesarios para la vida en Cuba, ni la falta de carburantes para garantizar el normal funcionamiento del comercio interno, ni las afectaciones en el transporte de mercancías y de personas, por mencionar algunos de los sinsabores, han podido quebrantar el optimismo, ni la creatividad de los cubanos en su día a día. Porque a la par del recrudecimiento de las dificultades, ha crecido el amor y la solidaridad entre nosotros mismos los cubanos y no se ha renunciado a la solidaridad que se le brinda a  las causas justas de los pueblos de nuestro entorno geográfico.




La gente se auxilia. Se ayuda ofreciendo el famoso aventón*(1), nosotros le decimos botella, compartiendo los medicamentos, los ingredientes para armar un plato y en un sinfín de pequeños o grandes servicios que nos hace más llevadero el día a día, sin perder la sonrisa, lo que no quiere decir que por momentos haya que respirar fuerte para continuar adelante.

Amiga mía, quiero sólo agradecer, agradecer y agradecer lo que el amor y la solidaridad han aportado y siguen aportando en estos duros y difíciles momentos en lo cotidiano hacia lo interno y en la movilización internacional por hacer llegar a Cuba el respaldo moral y la reiteración de la confianza de que los cubanos no claudicaremos por más dura y difícil que se nos quiera hacer nuestra existencia.

A la altura de agosto, la situación interna se hizo muy complicada a causa de que los Estados Unidos decidieron dejar sin petróleo a un país de 11 millones de habitantes aplicándoles sanciones y presiones a 10 compañías transportadoras de petróleo, bajo el supuesto de que Cuba tenía  militares, en lugar de médicos,  en Venezuela y que este país era responsable de los procesos revolucionarios en Bolivia y Nicaragua y de las movilizaciones sociales en otros países  de la región. Menudo rollo nos armó.

Lo que se cernía sobre esta isla era imprevisible y en esas circunstancias se gestó un encuentro en La Habana, para principios de diciembre, no sólo en defensa de Cuba sino de los pueblos de América Latina y el Caribe.

Al "Encuentro Antimperialista de Solidaridad por la democracia y en contra del neoliberalismo" asistieron más de 3000 delegados de alrededor de 150 organizaciones y movimientos sociales de todo el mundo, lo que se explica por el prestigio de la Revolución Cubana y porque la gente honesta reconoce que la arremetida contra Cuba es parte de una escalada contra todo lo que signifique independencia, soberanía y libre determinación de los pueblos.




La confrontación es sistémica. Nada que signifique o pueda significar socialismo puede nacer y desarrollarse en el patio, o más bien en lo que fue el traspatio, de la primera potencia mundial.

¿Qué movió a esa masa de personas de diferentes signos y puntos geográficos que no hayan sido sentimientos nobles de justicia, de paz, de amor y solidaridad.?

Había que ver las imágenes y las declaraciones. Nada del encorsamiento de los asistentes a las grandes cumbres, en las que se habla mucho y se resuelve poco. Sus modales son sueltos, desenfadados, con brillo en la mirada y entusiasmo y decisión en las voces.

Me gusta mucho esa gente. Esos que te buscan la mirada y sostienen la palabra con los ojos fijos en los tuyos.

De amor y solidaridad hablo y pienso en los compañeros de organizaciones sin fines de lucro que luchan por causas alejadas de sus fronteras, con recursos propios y compartiendo el valioso tiempo de sus vidas personales.

En fecha reciente tuve, junto contigo, el privilegio de asistir a cuatro presentaciones de nuestro libro Tengo algo que contarte, organizadas con absoluto desinterés  en cada una de las oportunidades y movidas por un apego natural hacia lo bueno y hacia los buenos de este mundo en que vivimos.




Así sucedió en Madrid, con los compañeros de la Coordinadora de Amistad con Cuba y la Fundación Entre dos que en escasas 72 horas prepararon nuestra presentación. O con los amigos y compañeros de Girona, Torroella de Montgrí y Celrà que en la época de término de vacaciones estivales nos posibilitaron conversar de nuestra correspondencia.




Admiro y respeto a los compañeros de CUBAINFORMACION y de LA GUERRILLA COMUNICACIONAL, entre otros, que se han propuesto la lucha contra la guerra mediática, contra el posicionamiento simbólico que justifica lo injustificable y desmonta las verdades testimoniadas por los dolores históricos acumulados y por la actualidad de las justas luchas de Cuba y de otros muchos pueblos.

Por mencionar un botón del jardín ya que son miles, innumerables las organizaciones y hombre y mujeres que viven con el corazón más allá de sus fronteras.

Me apodero de unas frases discutidas hoy si son o no del gran escritor y poeta uruguayo Mario Benedetti: “Me gusta la gente de garras que entienden los obstáculos por retos“….y  “Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría“. ¡Que más pedir! Y así son los que esparcen su amor en las acciones de solidaridad con la causa de la Revolución Cubana y otras tantas a las que se alistan con alegría y compromiso.

Amiga mía, muchos deseos de bienestar personal para ti, tu familia y nuestros amigos comunes. También mis saludos y felicitaciones por el nuevo 2020 para los buenos amigos de rostros anónimos que nos acompañan en este enriquecedor proyecto epistolar.

Silvio nos cuenta que “Solo el amor alumbra lo que perdura”...” Solo el amor consigue prender lo bueno” y por ello vamos. 

Un beso inmenso,
La Habanera. 


(1).- Según los diccionarios esta palabra tendría dos acepciones: 1. “empujón”, en el sentido de ajuda, “cop de mà” en catalán, y también de mover, apartar o hacer caer a alguien, y 2. “auto stop”. Òbviamente entendemos que aquí se utiliza la primera: la gente se ayuda… ofreciendo el aventón...