lunes, 21 de octubre de 2019

LAS COSAS DEL QUERER


Dicen que las mujeres queremos diferente. Y puede ser.

Cuando en la consulta médica:
  • Sr. Manuel, ¿está tomando alguna medicación?
  • A ver, un momento, que estas cosas las lleva mi mujer. María, ¿cuáles son esas pastillas blancas redondillas que me tomo?
  • Manolo, una es la de la corazón y la otra la de orinar. (Con esa mezcla de resignación, desesperación y cariño de quien le ha tocado gestionar la salud del otro sin pedirlo).

Pues sí, quizás queremos diferente.


Cuando el cansancio es infinito, pero nunca suficiente para escatimar un cuento de buenas noches a los pequeños. Quizás es que queremos diferente.

Cuando tejemos unas redes invisibles de atención, afecto y ayuda mutua, entre vecinas, amigas o conocidas, siempre a punto y precisa en las necesidades. Quizás es porque queremos diferente.

Cuando pegado al cromosoma X, frecuentemente va un alelo cromosómico de llueca. Invisible para los microscopios que estudian el genoma, pero que debe andar ahí, cuidando siempre el bienestar y la alegría de los polluelos; vigilando su integridad ante los depredadores hasta que sepan defenderse; enseñando y animando a volar, disfrutando viendo su vuelo, pero quedando siempre un ala extendida para darles cobijo en caso de un mal aterrizaje. Quizás es que queremos diferente.


Y sí, seguramente queremos diferente porque somos diferentes.


No envidio en absoluto el modelo de triunfo femenino que a veces nos llega, donde debes demostrar la misma mano dura e intransigencia que el hombre triunfador. De lo contrario no se te augura una buena autoridad. No comparto el modelo ni el estilo. Defiendo la diferencia y reivindico la equidad frente a la igualdad. Veo cada día mujeres que de una forma silenciosa pero enérgica; dulce pero contundente; tranquila pero infatigable; van abriendo hermosos caminos en esta desazón, este individualismo y esta incompetencia sentimental colectiva que padecemos. Mi amiga Fatiha, por ejemplo, a quien perdimos hace unos días para siempre, trabajando como mediadora intercultural en salud nos sembró el campo de la intolerancia de herramientas para el entendimiento. Nos enseñó a enriquecernos de las diferencias y a aprender de ellas, a buscar siempre rendijas en las dificultades para colar el optimismo y la transformación. Quizás ella también quería diferente.


Fatiha Benharref Taya, la Fati


Dicen que “no corren buenos tiempos para la poesía”. Posiblemente sea cierto, como también discutible. He tenido la inmensa suerte durante este último año de pasearme e ir descubriendo muchos colectivos, fundaciones o simplemente grupos organizados femeninos y feministas. De la mano de un libro de dos mujeres que se escriben, se han presentado múltiples escenarios, la mayoría femeninos, donde hablar de él. En Zizurkil, en Córdoba, en Barcelona, en Salt, en Granada,... en cada lugar donde aparecí, he ido descubriendo un sinfín de mujeres luchadoras, conciliadoras y transformadoras. Que creen y militan en lo colectivo sin perder un ápice de su conciencia y orgullo de género, que son motores sociales innovadores y solidarios sin dejar de ser y de querer diferente, ni renunciar al cromosoma de llueca.

La última que he conocido, la Fundación Entredós de Madrid, es un ejemplo de todo ello. Un espacio de mujeres, para hacer política en primera persona sin que ninguna represente a otras, que conecta y potencia las relaciones transformadoras que confluyen allí. Donde se dan tiempo para aprender, para descansar, para la música, para debatir,...y donde su lema es: “si echas algo en falta, ¡ponlo en marcha!”. Qué buen resumen de filosofía alentadora, activa y participativa. Su riqueza según ellas mismas dicen, nace de su diversidad y de la capacidad de acoger lo nuevo que cada una trae consigo. Tienen claro que la diferencia suma y no divide, idea que siendo tan básica y sencilla, no entiendo como cuesta tanto aplicar.




Creo que uno de los secretos que compartimos sin saberlo es el “tiempo colectivo”. Ese saber y querer dedicar tiempo a lo comunitario más que a lo personal, esa antena parabólica captadora de energías y sentimientos, quizá haga que queramos diferente.

Son todas esas mujeres silenciadas pero presentes, con quienes hablo, con las que discuto, con las que río, con las que sueño,....las que me hacen pensar cada día que sí tiene cabida la poesía en estos tiempos, literal y metafóricamente hablando.

A todas ellas, para que sigamos queriendo diferente.
Y es que así son las cosas del querer.…


Pilar Parra
La Guerrilla Comunicacional



No hay comentarios:

Publicar un comentario